El trastorno del espectro autista (TEA) es un trastorno del neurodesarrollo que se calcula que afecta a 1 de cada 59 niños en Estados Unidos.
Los niños autistas tienden a percibir su entorno, a interactuar con los demás y a aprender y a abordar la resolución de problemas de forma atípica.
Muchos de ellos se enfrentan a problemas de comunicación, de interacción social y de adaptación a los cambios en sus rutinas.
Aunque estos problemas pueden afectar a los niños autistas desde una edad temprana, muchos de ellos permanecen sin diagnosticar durante años.
Esto puede dificultar el acceso a los apoyos que necesitan.
«El diagnóstico precoz puede ser beneficioso en el sentido de que puede permitir el acceso a apoyos en el aprendizaje, la comunicación, las habilidades de adaptación y otros apoyos en casa y en la escuela. El acceso a esos apoyos significa que los niños pueden aprender y experimentar el mundo de una manera que les funcione», dijo a Healthline Zoe Gross, directora de operaciones de la Red de Autodefensa del Autismo (ASAN).
Por ejemplo, los niños autistas no verbales pueden beneficiarse de apoyos de comunicación aumentativa o alternativa (CAA) para ayudarles a comunicarse.
Dependiendo de sus necesidades específicas, los niños autistas también pueden beneficiarse de la fisioterapia para promover el desarrollo de las habilidades motoras o de la terapia ocupacional para abordar las hipersensibilidades sensoriales.
La intervención temprana también puede ayudar a los niños autistas a desarrollar una comprensión de su condición, a aprender a defenderse a sí mismos y a conectarse con la comunidad autista en general.
«Los niños que saben que son autistas pueden estar capacitados para aprender cómo funciona su discapacidad y qué apoyos y adaptaciones les ayudarán a tener éxito. Esto les permite sentirse más seguros de lo que son, en lugar de sentir que están rotos o equivocados», dijo Gross.
Sin embargo, Gross advirtió que el diagnóstico precoz también puede tener inconvenientes si se utiliza para separar a los niños autistas de sus compañeros o limitar sus oportunidades.
También planteó su preocupación por los enfoques terapéuticos que dan prioridad a la normalización.
«Nos preocupa que, sin una mayor comprensión y aceptación de la discapacidad por parte de la sociedad, la detección del autismo en los bebés pueda llevar a que los niños sean sometidos a programas de comportamiento que se centran en la normalización en lugar de enseñarles habilidades útiles», dijo.
«Estos programas tratan de impedir que los niños actúen como autistas, por ejemplo, obligándoles a establecer contacto visual o a reprimir movimientos como el aleteo de las manos. Los niños autistas no deberían crecer diciéndoles constantemente que sus comportamientos naturales están mal y que no pueden ser aceptados tal y como son», añadió.