El ciclo vital femenino normal está asociado a una serie de hitos hormonales: la menarquia, el embarazo, el uso de anticonceptivos, la menopausia y el uso de hormonas sexuales de sustitución. La menarquia marca el inicio de la menstruación y los cambios cíclicos en los niveles hormonales. El embarazo se asocia con el aumento de los niveles no cíclicos de las hormonas sexuales, y la menopausia con el descenso de los niveles no cíclicos. El uso de anticonceptivos hormonales durante los años reproductivos y la sustitución hormonal en la menopausia son intervenciones hormonales terapéuticas que alteran los niveles y el ciclo de las hormonas sexuales. Estos acontecimientos e intervenciones pueden provocar un cambio en la prevalencia o intensidad del dolor de cabeza. El ciclo menstrual es el resultado de una secuencia cuidadosamente orquestada de interacciones entre el hipotálamo, la hipófisis, el ovario y el endometrio, con las hormonas sexuales actuando como moduladores y efectores en cada nivel. Los estrógenos y los progestágenos tienen potentes efectos sobre las neuronas serotoninérgicas y opioides centrales, modulando tanto la actividad neuronal como la densidad de los receptores. El principal desencadenante de la migraña relacionada con la menstruación (MM) parece ser la retirada de estrógenos más que el mantenimiento de niveles sostenidos de estrógenos altos o bajos. Sin embargo, los cambios en los niveles sostenidos de estrógenos con el embarazo (aumento) y la menopausia (disminución) parecen afectar a las cefaleas. Las cefaleas asociadas al uso de AO o a la terapia hormonal sustitutiva de la menopausia pueden estar relacionadas, en parte, con la interrupción periódica de los preparados de hormonas sexuales orales. El tratamiento de la migraña asociada a los cambios en los niveles de hormonas sexuales suele ser difícil y los pacientes suelen ser refractarios a la terapia. Basándonos en lo que se conoce de la fisiopatología de la migraña, hemos intentado ofrecer un enfoque lógico para el tratamiento de las cefaleas que se asocian a la menstruación, la menopausia y los AO, utilizando medicamentos abortivos y preventivos y manipulaciones hormonales. Hay pruebas considerables que sugieren una relación entre los estrógenos y la progesterona, las hormonas sexuales femeninas, y la migraña. (Silberstein y Merriam, 1997; Lipton y Stewart, 1993; Epstein et al., 1975; Goldstein y Chen, 1982; Selby y Lance, 1960) Aunque no se aprecian diferencias de género en los niños prepúberes, ya que la migraña se da por igual en 4p. 100 de los niños y las niñas, (Goldstein y Chen, 1982, Waters y O’Connor, 1971) la migraña se produce con mayor frecuencia en las mujeres adultas (18p. 100) que en los hombres (6p. 100). (Lipton y Stewart, 1993) La migraña se desarrolla con mayor frecuencia en la segunda década, y el pico de incidencia se produce con la adolescencia. (Selby y Lance, 1960; Epstein et al., 1975) La migraña relacionada con la menstruación (MM) comienza en la menarquia en el 33p. 100 de las mujeres afectadas (Epstein et al. , 1975). La MM ocurre principalmente en el momento de la menstruación en muchas mujeres migrañosas, y exclusivamente con la menstruación (verdadera migraña menstrual ) en algunas (Epstein et al., 1975). La migraña menstrual puede estar asociada a otras molestias somáticas que surgen antes de la menstruación y a menudo persisten en ella, como náuseas, dolor de espalda, sensibilidad en los senos y calambres, y al igual que éstas parece ser el resultado de la disminución de los niveles de hormonas sexuales (Silberstein y Merriam, 1997; American Psychiatric Association, 1994). Además, la migraña premenstrual puede estar asociada con el trastorno disfórico premenstrual (TDP), también llamado «síndrome premenstrual» (SPM), que es distinto de los síntomas físicos del periodo perimenstrual y probablemente no está directamente impulsado por el descenso de los niveles de progesterona (Mortola, 1998). La migraña que se produce durante la menstruación (y no antes) no suele estar asociada al SPM (Silberstein y Merriam, 1997). La migraña puede empeorar durante el primer trimestre del embarazo y, aunque muchas mujeres se liberan del dolor de cabeza durante los dos últimos trimestres, 25p. 100 no presentan ningún cambio en su migraña (Silberstein, 1997). El MM suele mejorar con el embarazo, tal vez debido a los niveles elevados de estrógeno que se mantienen (Silberstein, 1997). La sustitución hormonal con estrógenos puede exacerbar la migraña y los anticonceptivos orales (AO) pueden cambiar su carácter y frecuencia
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