El asma cardíaca puede definirse como el síndrome clínico inducido por la congestión pasiva aguda y el edema de los pulmones. Se produce cuando el lado izquierdo del corazón sufre una desproporción repentina entre la carga de trabajo y la capacidad de trabajo. Puede ser consecuencia, por tanto: (1) de trastornos que provocan un rápido deterioro del miocardio, siendo la carga constante (por ejemplo, el infarto de miocardio); (2) de trastornos que aumentan repentinamente la resistencia o la carga de presión (como la hipertensión paroxística consecutiva a un tumor medular suprarrenal); (3) de trastornos que elevan notablemente el flujo de entrada o la carga venosa sin deteriorar el miocardio (como el esfuerzo extenuante en una persona con estenosis mitral); o (4) de una combinación de estos factores. La causa más común es el aumento del retorno venoso en un sujeto recostado con tensión ventricular izquierda como consecuencia de la hipertensión. De las numerosas condiciones que pueden producir un aumento del retorno venoso, la reabsorción nocturna de líquido extracelular de las partes dependientes es probablemente la más común. Las implicaciones terapéuticas son obvias.
El asma cardíaca debe diferenciarse de las diversas enfermedades primarias de los pulmones que provocan paroxismos de sibilancias o jadeos. La diferenciación suele hacerse fácilmente mediante medidas clínicas sencillas; en casos dudosos, las mediciones del tiempo de circulación pueden tener un valor crucial.
El tratamiento del asma cardíaca implica principalmente tres principios terapéuticos: (1) Control de los factores precipitantes (y especialmente el tratamiento del edema latente y el control de la tos nocturna); (2) medidas destinadas a reducir la carga de entrada (posición sentada, morfina, venesección, torniquetes en las extremidades, respiración con presión positiva); (3) intentos de reducir la cantidad de sangre residual en el ventrículo izquierdo (digitalización rápida, uso de oxígeno y aminofilina).
Un ataque grave de asma cardíaca asociado a un edema pulmonar de rápido desarrollo constituye una de las más comunes y graves de todas las emergencias médicas. Hay pocas condiciones en el amplio dominio de la medicina interna en las que una terapia rápida y enérgica, basada en la comprensión del mecanismo del trastorno, puede producir un beneficio tan inmediato y gratificante.