Por un lado, su aspecto es diferente. Liberados de las limitaciones de un tanque, los peces de colores se hinchan hasta alcanzar el tamaño de un balón de fútbol. En pocas generaciones, vuelven a sus colores naturales amarillo y marrón, en lugar del naranja brillante que los criadores intentan conseguir.
También son una pesadilla ecológica. Los peces de colores nadan por el fondo de los lagos y ríos, arrancando la vegetación, alterando los sedimentos y liberando nutrientes que desencadenan un crecimiento excesivo de algas. Se alimentan ampliamente, comiendo algas, pequeños invertebrados y huevos de peces. Para colmo, transmiten enfermedades y parásitos exóticos.
Las hembras producen hasta 40.000 huevos al año -mucho más que la mayoría de las especies de peces de agua dulce- y son capaces de cruzarse con otras especies de carpas salvajes. Al no haber depredadores naturales, una gran parte de las crías de las carpas doradas sobreviven hasta la edad reproductiva, continuando un ciclo de superpoblación desenfrenada.
Entonces, ¿cómo deshacerse de ellas de forma duradera? Una vez que se han establecido en algún lugar, la erradicación de las carpas doradas es una empresa notoriamente difícil, por lo que los científicos de Murdoch han pasado recientemente un año siguiendo los movimientos de los peces en el Vasse. Su estudio, publicado el mes pasado en The Ecology of Freshwater Fish, arrojó algunos hallazgos inesperados.
Para empezar, los peces de colores son nadadores de larga distancia: el equipo del Dr. Beatty vio a los peces de colores viajar rutinariamente la longitud de varios campos de fútbol en un día, e incluso observó un pez que viajó más de 140 millas en un año.
Por otra parte, los peces de colores migran para desovar. Así es, los mismos peces que a menudo se mantienen en pequeñas peceras, nadando en círculos, navegan en tropel hacia un humedal fuera del canal durante la temporada de reproducción.
Tal vez sea un hallazgo sorprendente para una especie domesticada, pero el comportamiento parece ser innato, dijo el Dr. Beatty, y apunta a que los peces de colores tienen habilidades cognitivas complejas.