En el antiguo Egipto se utilizaban bóvedas de ladrillo, principalmente para los desagües. Los caldeos y los asirios utilizaban las bóvedas con el mismo fin, pero parece que también hacían uso arquitectónico de altas cúpulas y bóvedas de cañón. Los griegos no utilizaron bóvedas.
La técnica de bóveda de los etruscos fue absorbida por los romanos, que iniciaron en el siglo I d.C. el desarrollo de una bóveda madura. d.C. el desarrollo de un sistema de bóvedas maduro. Fundiendo el hormigón en una masa sólida, los romanos crearon bóvedas de perfecta rigidez, desprovistas de empuje externo y que no requerían contrafuertes. De este modo, las bóvedas y las cúpulas podían erigirse fácilmente sobre vastos espacios, produciendo impresionantes y complejas termas, anfiteatros y basílicas.
Las bóvedas romanas fueron la base sobre la que se desarrollaron formas más complejas y variadas en la Edad Media. La bóveda de túnel (o de cañón) se abre entre dos muros, como un arco continuo. La bóveda de crucería, o de arista, está formada por la intersección en ángulo recto de dos bóvedas de cañón, lo que produce una superficie con aberturas en arco para sus cuatro lados y la concentración de la carga en los cuatro puntos de las esquinas del cuadrado o rectángulo. El arco de medio punto se empleó universalmente en las bóvedas románicas de toda Europa, y la bóveda de crucería romana era el tipo utilizado para cubrir compartimentos cuadrados o rectangulares.
Las nervaduras para reforzar las aristas y los lados de una bóveda de crucería se emplearon por primera vez en la iglesia de Sant’Ambrogio, Milán (siglo XI). Cuando se desarrolló el sistema de utilizar costillas para formar un esqueleto de soporte orgánico completo, se convirtió en uno de los principios básicos de la arquitectura gótica perfeccionada. El uso de los nervios condujo a una complejidad creciente, a partir del siglo XII, en las formas de las bóvedas.
El arco apuntado, que fue dominante en la arquitectura medieval a partir del siglo XIII, ayudó a superar las dificultades de las bóvedas de compartimentos oblongos exclusivamente con secciones semicirculares y a llevar los diversos nervios de luces desiguales a una corona a la misma altura. Algunos compartimentos o tramos de bóveda estaban divididos por los nervios en seis segmentos y se conocían como bóvedas sexpartitas, pero generalmente prevalecía la bóveda de cuatro tramos. En Inglaterra, la multiplicación de los nervios con fines estructurales y decorativos culminó en el siglo XV con la elaborada bóveda de abanico del estilo perpendicular.
Los arquitectos del Renacimiento y del barroco abandonaron los métodos góticos y volvieron a las formas de bóveda romana. A estas formas básicas se añadieron nuevos dispositivos, como bóvedas de cañón de sección semielíptica, cúpulas montadas sobre tambores y bóvedas de crucería con aristas de sección elíptica. En los tiempos modernos el hormigón armado produce bóvedas ligeras desprovistas de empuje.
- Introducción
- Naturaleza de las bóvedas
- Consideraciones de ingeniería
- Historia de las bóvedas
- Bibliografía