Fue uno de los hombres más ricos del mundo, pero fue el glamour de las mujeres de su vida, como María Callas y Jackie Kennedy, lo que le dio verdadera fama.
La infancia de Onassis estuvo dominada por los principios de la Iglesia Ortodoxa. Aunque no era un hombre abiertamente religioso, Onassis conservó muchas de las cualidades que le transmitió la iglesia.
Dejó Esmirna en 1922 y viajó a Argentina, donde reactivó el negocio familiar del tabaco creando un nuevo mercado para el producto. En pocos años el negocio floreció y Onassis había ganado su primer millón.
El negocio del tabaco era demasiado limitado para un hombre de los sueños de Onassis y, a principios de los años 30, compró sus primeros barcos.
Sólo tardó unos días en ampliar su flota y, a finales de la década, había entrado en el negocio de los petroleros, que era potencialmente mucho más rentable.
En 1946, Onassis se casó con Tina Livanos, la hija de Stavros Livanos, un importante armador griego. Tina tenía la nacionalidad estadounidense y se instalaron en Nueva York.
Más tarde, Onassis se convirtió en cuñado de Stavros Niarchos, otro armador, y con ello, los tres hombres, Onassis, Livanos y Niarchos, formaron el grupo naviero más poderoso del mundo. Más tarde surgiría la rivalidad, pero siguió siendo una fuerza poderosa.
En 1957, Onassis dirigió su atención hacia el cielo y se hizo cargo de la fallida Aerolínea Nacional Griega, convirtiéndola en un negocio privado, Olympic Airways of Greece.
Onassis se divorció de su esposa en 1961. Mantuvo una larga relación con la cantante Maria Callas, pero en 1968 se casó con la mujer más famosa del mundo en ese momento, Jacqueline Bouvier Kennedy, la viuda del presidente John F. Kennedy.
La tragedia llegó en 1973, cuando Alexander Onassis, el hijo de Onassis de su primer matrimonio, murió en un accidente de avión. Onassis quedó destrozado.
Poco después, el 15 de marzo de 1975, Onassis murió. Fue enterrado en su isla cerca de su hijo Alexander.