La zarigüeya común o de Virginia, Didelphis virginiana
La zarigüeya de Virginia es el didélfido más común. Vive en muchos hábitats diferentes -desde zonas urbanas hasta bosques- en América del Norte y del Sur. Las zarigüeyas tienen un tamaño similar al de los gatos domésticos y suelen tener la cabeza blanca con un pelaje grueso de color marrón/negro. Los machos son más grandes que las hembras y, como la mayoría de los marsupiales, son nocturnos pero buscan comida durante el día en invierno. Tienen colas largas, escamosas y prensiles que les ayudan a trepar; al contrario de lo que se cree, no pueden colgarse de la cola debido a su tamaño. Cuando el clima se vuelve frío, pueden entrar en un estado de letargo.
Las zarigüeyas de Virginia son omnívoras, se alimentan de artrópodos, frutas, hojas, carroña y roedores. Sus 50 dientes (I5/4; C1/1; PM3/3; M4/4) les ayudan a comer esta amplia gama de alimentos. Sus pulgares oponibles les permiten manipular su comida con facilidad y agarrarse a las ramas cuando trepan.
Estas zarigüeyas se reproducen dos veces al año, entre enero y febrero, y en agosto. Sus camadas de 8 a 10 crías nacen entre 12 y 14 días después de la concepción. Las crías son llevadas en la bolsa durante 2 o 3 meses, después de lo cual se montan en la espalda de su madre durante otros 1 o 2 meses. Llegan a la madurez sexual a los 6 meses. Sólo la hembra cría a las crías, ya que esta zarigüeya es una especie solitaria, cuyos individuos sólo se reúnen en la época de cría. La hembra permanece en su zona de residencia de por vida. El macho tiene un área de residencia semipermanente, dependiendo de la abundancia de comida.
Las zarigüeyas de Virginia son generalmente plácidas, pero si se ven amenazadas sisean y gruñen y enseñan los dientes. También producen un olor especialmente desagradable para ahuyentar a los depredadores, como búhos, coyotes, perros y el hombre. Las zarigüeyas se mueven lentamente y son presas fáciles, por lo que suelen vivir sólo de 1 a 2 años en la naturaleza debido a la depredación y a los choques con los coches. En cautividad pueden vivir hasta 10 años.