Así que, aunque un proceso básico de comprensión sirve tanto para escuchar como para leer, los textos difíciles exigen estrategias mentales adicionales. La letra impresa facilita el uso de esas estrategias. En consonancia con esta interpretación, los investigadores han comprobado que las capacidades de escucha y lectura de las personas son más similares para las narraciones sencillas que para la prosa expositiva. Los relatos tienden a ser más predecibles y emplean ideas familiares, mientras que los ensayos expositivos suelen incluir contenidos desconocidos y requieren una lectura más estratégica.
Esta conclusión -la equivalencia para los textos fáciles y la ventaja de la letra impresa para los difíciles- está abierta a cambios en el futuro. A medida que los audiolibros se hagan más comunes, los oyentes ganarán experiencia en su comprensión y podrán mejorar, y los editores podrán desarrollar formas de señalar la organización auditiva.
Pero incluso con esos cambios, los audiolibros no sustituirán a los impresos porque los usamos de forma diferente. El 81% de los oyentes de audiolibros dicen que les gusta conducir, hacer ejercicio o realizar otras tareas mientras los escuchan. La mente humana no está diseñada para hacer dos cosas a la vez, así que si hacemos varias cosas a la vez, captaremos lo esencial, no las sutilezas.
Aún así, eso no es motivo para que los devotos de la letra impresa se huelan. Yo no puedo sostener un libro mientras paso la fregona o voy al trabajo. La versión impresa puede ser la mejor para leer las palabras o las ideas, pero los audiolibros añaden alfabetización a momentos en los que, de otro modo, no la habría.
Así que no, escuchar la selección de un club de lectura no es hacer trampas. Ni siquiera es trampa escuchar mientras estás en el partido de fútbol de tu hijo (al menos no en lo que respecta al libro). Simplemente obtendrás cosas diferentes de la experiencia. Y los distintos libros invitan a leerlos de distintas maneras: A medida que el formato de audio se hace más popular, los autores escriben más obras pensadas específicamente para ser escuchadas.
Nuestras experiencias más ricas no provendrán de tratar la letra impresa y el audio indistintamente, sino de comprender las diferencias entre ellos y averiguar cómo utilizarlos en nuestro beneficio, todo ello al servicio de escuchar lo que los escritores realmente están tratando de decirnos.
Daniel T. Willingham (@DTWillingham) es profesor de psicología en la Universidad de Virginia y autor, más recientemente, de «The Reading Mind: A Cognitive Approach to Understanding How the Mind Reads» (La mente lectora: un enfoque cognitivo para entender cómo lee la mente).
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