Es una verdadera pena que no pueda pagar mis facturas con abrazos y palabras de cariño. Para que los dos miembros de la relación sobrevivan, debe haber mucho dinero en circulación. ¿La casa en la que viven juntos? El casero o el banco sólo aceptan dinero en efectivo. ¿Las comidas que hacéis juntos? El restaurante y la tienda de comestibles sólo aceptan dinero en efectivo. El primer y más importante concepto en economía es que nada es gratis. Teniendo esto en cuenta, el amor no es moneda. Si quieres que tu relación sobreviva literalmente de forma física, vas a necesitar un montón de algo que ofrezca un valor tangible a la sociedad. El amor no es suficiente.
2) El amor no siempre afecta positivamente a tu entorno o comunidad
Llega un momento en nuestras vidas en el que ya no somos los animales de fiesta ávidos de aventuras que solíamos ser. A medida que maduramos, empezamos a anhelar la estabilidad y eso es una transición evolutiva derivada del hecho de que nuestros descendientes necesitan un entorno estable para aprender y prosperar. Lo más probable es que te cases con la persona con la que mejor te imaginas tener una familia y no con la que estás más enamorada. Según mi experiencia, el éxito de las nuevas generaciones no depende de lo mucho que se quieran sus padres. Depende de las oportunidades y la estabilidad de que dispongan al crecer. El amor no es suficiente para dejar un legado positivo. Dejar un mundo mejor para la próxima generación requiere una planificación concisa, exhaustiva y lógica para el futuro. En definitiva, para ofrecer un valor real a la sociedad y a la generación que nos sigue, vas a tener que ofrecer mucho más que amor.
3) El amor no equivale a la felicidad
Aristóteles creía que el objetivo absoluto de la vida es ser feliz, lo que significa que todo lo que hacemos lleva el propósito de alcanzar la felicidad al final. En otras palabras, la verdadera satisfacción proviene de dedicarse a algo con el objetivo de alcanzar la felicidad. Debemos recordar que el amor es sólo un aspecto de la vida, no es el panorama general. Por lo tanto, si persigues el amor con la intención de estar enamorado, al final sentirás que necesitas más de la vida. Aristóteles probablemente te aconsejaría entablar una relación con alguien con quien puedas ser feliz a largo plazo en lugar de con alguien de quien estés «enamorado». Cuando se trata del sentido primordial de la vida, la búsqueda de la felicidad supera la búsqueda del amor. En consecuencia, la búsqueda de la felicidad puede muy bien resultar en el enamoramiento. Así que ¡mantén tus prioridades!
4) El amor cambia constantemente
Todos conocemos esa maravillosa fase de luna de miel por la que pasan todas las parejas al principio de su relación. Pero, ¿qué es lo que mantiene a las parejas unidas después de que expire esa ardiente pasión del amor? No es el amor, porque el amor va y viene. Lo que mantiene a las parejas unidas es el compromiso, la confianza, el respeto y la intimidad. El compromiso con el otro y los objetivos compartidos, la confianza inquebrantable en el otro y la intimidad que diferencia a tu pareja de cualquier otra persona. A diferencia del amor, cuando estas cuatro cosas se pierden, no se pueden volver a encontrar. Una vez que se rompe la confianza, nunca volverá a ser lo mismo. Lo mismo ocurre con la intimidad, el respeto y el compromiso. El amor, en cambio, adopta muchas formas diferentes y siempre irá y vendrá a lo largo de la relación. Básicamente, el amor evoluciona con el tiempo y su significado cambia a medida que nosotros cambiamos. Si sólo perseguimos una versión del amor, nunca encontraremos a alguien que nos baste, porque las personas cambian constantemente. Las relaciones sobreviven porque ambos miembros de la pareja aprenden a adaptarse el uno al otro. Hace falta un nivel de madurez muy alto para ser capaz de aguantar en una relación durante los momentos en los que falta el amor, pero en última instancia, esas relaciones son las que resisten el paso del tiempo.