Los padres no quieren admitir una fea verdad: que a veces no les gusta su hijo. Si se siente así y tiene miedo, no pasa nada. La crianza de los hijos es un reto y a menudo es emocional, especialmente cuando nuestros hijos son desafiantes, irrespetuosos o no son lo que queríamos que fueran.
Todos tenemos expectativas sobre cómo deben crecer y comportarse nuestros hijos, y cuando estas expectativas no se cumplen, puede ser muy doloroso. Tal vez tu hijo no es la persona que pensabas que sería: tal vez no es lo suficientemente académico o extrovertido, o tal vez es negativo y le gusta quejarse.
En lugar de sentirte molesto y culpable, hay maneras de construir una relación más saludable con tu hijo y que te guste quien es. Aquí tienes algunos consejos.
Reconoce tus sentimientos
No alejes tus sentimientos porque te sientas culpable o pienses que está mal que te caiga mal tu hijo. No tiene que gustarle la verdad emocional, sólo tiene que aceptarla. El cambio no puede empezar hasta que seas sincero contigo mismo sobre cómo te sientes. Pregúntate: «¿Qué estoy sintiendo y por qué?».
Es importante aceptar el hecho de que no siempre le gustarán sus hijos-y no siempre les gustará a ellos.
Identifique la causa de sus sentimientos
Busque un tiempo para pensar en la raíz de sus sentimientos. ¿Hay influencias externas que afectan al comportamiento de su hijo, como problemas en la escuela? O tiene más que ver con tus expectativas preconcebidas?
Tal vez no te gusta tu hijo porque es muy diferente a ti. O tal vez no le gusta su hijo porque se comporta mal, es desafiante y opositor, y causa estragos en su hogar. Todas estas son razones comprensibles para sentir antipatía por tu hijo. ¿Por qué te gustaría alguien que te trata mal?
Si este es el caso, trata de recordar que es el comportamiento lo que no te gusta, no el niño. Podemos amar a nuestros hijos y odiar su comportamiento, pero a veces los dos se enredan.
Si te fijas bien, puede que te des cuenta de que el hecho de que no te guste tu hijo tiene que ver más contigo que con él, porque tiene que ver con tu reacción ante su comportamiento.
A veces, como padres, nos desencadenan los recuerdos de nuestra propia infancia, provocando sentimientos de inadecuación, miedo o ansiedad. Entonces proyectamos esos sentimientos en nuestros hijos. Por ejemplo, si usted fue muy criticado de niño por no tener unas calificaciones estelares, quizás sea duro con su hijo cuando baja de un promedio de A. Sea consciente de esto y no deje que controle su forma de criar.
Esté atento a otros factores que puedan estar contribuyendo a sus sentimientos. Por ejemplo, su hijo puede estar atrapado entre sus dificultades con su copadre. Tal vez su copadre (o usted) no está haciendo que su hijo sea responsable de su comportamiento.
Maneje sus expectativas
Acepte a su hijo por lo que es, y podrá avanzar hacia una mejor relación. Si su hijo es diferente a sus expectativas, entonces gestione esas expectativas.
Recuerda que, en última instancia, la única persona que puedes controlar eres tú. Aprenda a encontrar el espacio entre la acción de su hijo y su reacción. Es aquí donde puedes aprender a ser un padre tranquilo y permanecer emocionalmente separado. No importa cómo actúe tu hijo, prométete a ti mismo que intentarás mantener la calma.
Conozca mejor a su hijo
Dedique tiempo a hacer algo divertido. Aprenda lo que le gusta y lo que no le gusta a su hijo y lo que le motiva. Intente escuchar sin juzgar: los niños son más propensos a reaccionar negativamente cuando se sienten examinados. Su hijo agradecerá la oportunidad de abrirse y contarle cómo se siente.
Mantenga una actitud positiva
Hable a sus hijos como si le gustaran, incluso cuando les diga «no» o les imponga consecuencias. No frunzas el ceño y habla con un tono suave que les transmita el mensaje de que te preocupas por ellos. Mantenerse positivo puede ser difícil, especialmente cuando estás frustrado y tu hijo ha sido irrespetuoso.
Aún así, sé todo lo positivo que puedas cuando trates con ellos porque captan rápidamente cualquier sentimiento negativo y pronto lo interiorizan -o se rebelan contra él agresivamente-. Y recuerde que la expresión de su cara y el tono de su voz comunican más que sus palabras.
Considere lo que está bien y empiece a construir sobre lo que es bueno. No te obsesiones con lo negativo ni intentes cambiar a tu hijo. Tendrás una mejor relación si intentas elogiar a tu hijo y afirmar su buen comportamiento. A veces, como padres, somos demasiado automáticos a la hora de juzgar. Haz un esfuerzo por vigilar lo que dices. Recuerde: su hijo necesita un entrenador, no un crítico.
Por último, aporte más alegría y menos seriedad a sus interacciones. Reconozca que su hijo puede tener un problema, pero son sus interacciones las que han provocado sus sentimientos de desagrado. Intenta aceptarlos por lo que son y quererlos sin preocuparte tanto por ellos.
Comprométete a no criticar
He aquí un truco que me funciona. Me levanto por la mañana y me digo: «Vale, hoy no puede salir ni una sola crítica de mi boca». Lo convierto en un pensamiento y una actividad muy consciente. Es tan automático para algunos de nosotros criticar, y la mitad de las veces, ni siquiera sabemos que lo estamos haciendo. Así que haz un esfuerzo consciente.
Nota cuando tu hijo hace algo bien. Señale los puntos fuertes de su hijo y describa lo que ve. Por ejemplo, puede decir:
«Parecía que ibas a gritar a tu hermano, pero me he dado cuenta de cómo te has recompuesto y te has alejado. ¿Cómo lo hiciste? Fue impresionante».
Si puedes hacer esto, os ayudará a ambos a ganar aprecio por el otro.
Cuando hay un choque de personalidades con tu hijo
¿Y si vuestras personalidades simplemente chocan? Tal vez su hijo no es un amigo que usted hubiera elegido. Quizás sois demasiado diferentes o demasiado parecidos. Los problemas comienzan cuando llevas una gran decepción sobre alguien y tratas de cambiarlo de una u otra manera. Es entonces cuando comienza el ciclo negativo.
Tenga en cuenta que su hijo no es su amigo. Tu papel como padre es único, y puedes ser amigable sin ser necesariamente un amigo.
Entender que no tiene que ser el amigo de su hijo puede ayudarle a aceptar quién es su hijo, y a aceptarlo.
Conclusión
Al responsabilizarse de sus emociones y hacer un esfuerzo, está demostrando a su hijo que quiere que las cosas vayan mejor. Dígale a su hijo:
«Sé que no siempre nos hemos llevado bien en el pasado porque he sido demasiado duro contigo. Te pido disculpas y estoy trabajando en ello».
Ese esfuerzo llegará muy lejos con su hijo. Cálmese, acepte a su hijo y ayúdele a convertirse en la persona que está destinada a ser.