El Pastor Blanco es un perro de tamaño medio, bien equilibrado y musculoso, ligeramente más largo que alto, con un pelaje blanco puro de longitud media, orejas erectas y una cola natural de implantación baja que normalmente llega hasta el corvejón y se lleva en una ligera curva como un sable. El contorno del Pastor Blanco está formado por curvas suaves más que por ángulos. Las diferencias de género son fácilmente evidentes. El Pastor Blanco debe ser evaluado como un perro de trabajo completo, y las exageraciones o faltas deben ser penalizadas en proporción a lo mucho que se desvíen del tipo de raza; y a lo mucho que interfieran con la capacidad de trabajo del perro. Los perros de trabajo no deben ser penalizados bajo ninguna condición por cicatrices o manchas que se deban a lesiones laborales.
El Pastor Blanco tiene una personalidad distintiva marcada por la confianza en sí mismo. La raza es aplomada, pero cuando la situación lo requiere, están ansiosos, alertas y listos para servir en cualquier capacidad. Los Pastores Blancos demuestran tanto instintos de pastoreo como de protección. Con las personas que conoce, el Pastor Blanco es abierto y amistoso. Con los extraños, es observador y puede ser algo distante, pero no aprensivo. Le gusta correr, jugar a la pelota o cualquier actividad con su familia humana. Se trata de un perro de trabajo alegre, activo, inteligente y fácil de adiestrar, con capacidad para adaptarse e integrarse a todo tipo de eventos y situaciones sociales. La timidez en un perro maduro o el comportamiento agresivo no son típicos de esta raza. Los pastores blancos son muy leales y tienden a ser especialmente protectores de las crías de varias especies. Con su personalidad juguetona y curiosa, son magníficos compañeros, aunque algunos tienen la tendencia a ser bastante ruidosos mostrando gemidos, gruñidos y, a veces, aullidos.