Historia de Nueva Escocia
Nueva Escocia no tiene más de 130 km (87 millas) de ancho en ningún punto, por lo que el mar desempeña un papel importante en la vida de sus habitantes. Los indígenas algonquinos de Nueva Escocia llevaban miles de años viviendo de las abundantes aguas de la zona antes de que los primeros exploradores europeos iniciaran su navegación y exploración.
Nueva Escocia se une a Canadá
A lo largo del siglo XVII los ingleses y los franceses lucharon por el control de Nueva Escocia con sus vastos recursos naturales y como lugar estratégico naval y militar. Finalmente, en 1713, la Paz de Utrecht otorgó a los británicos el control de Nueva Escocia, aunque Francia conservó la isla del Cabo Bretón y la del Príncipe Eduardo.
En la década de 1860, se propuso la unificación de todas las provincias canadienses. Aunque hubo cierta oposición a unirse a la Unión, el primer ministro de Nueva Escocia, Sir Charles Tupper, aceptó los términos de la Conferencia de Quebec de 1864 y Nueva Escocia entró en el Dominio de Canadá tres años después, en 1867.
Boom y caída económica
El comercio y la industria se tambalean tras la conclusión de la Guerra Civil estadounidense en 1865 y muchos novohispanos emigran de la zona. Durante las Guerras Mundiales I y II, Nueva Escocia proporcionó muchos materiales de guerra y se convirtió en un punto de tránsito principal para el envío de municiones y otros suministros a Europa Occidental, proporcionando un impulso sustancial a la economía.
Nueva Escocia en la actualidad
La provincia limita al oeste con Nueva Brunswick y el estado de Maine en EE.UU., con la Isla del Príncipe Eduardo y Terranova al norte.
La población de Nueva Escocia supera los 940.000 habitantes y su capital, Halifax, es el centro económico de la región. Nueva Escocia ha tenido tradicionalmente una gran riqueza de recursos naturales, pero ha diversificado su economía desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Las nuevas industrias, como el turismo, la tecnología y las finanzas, se han unido a las principales, como la minería, la pesca, la agricultura y la silvicultura, dando a Nueva Escocia una de las economías de más rápido crecimiento de Canadá. La zona de Halifax es también uno de los lugares más atractivos de Canadá para vivir, con unos ingresos familiares superiores a la media y una oferta inmobiliaria muy asequible.