MADRID, 18 (EDIZIONES)
Los lunares son tumores benignos resultantes del acúmulo de las células que le dan color a la piel llamadas melanocitos. También se le denominan ‘nevus’. Debido a la exposición solar y sobre todo durante la pubertad y el embarazo, los lunares pueden aumentar de tamaño, de número o de pigmentación.
Esto es normal, pero cuando existen cambios en un lunar conviene que lo revise un dermatólogo. El peligro es que se malignicen y degeneren en un cáncer de piel o melanoma, altamente mortal.
El caso es que algunas personas tienen tendencia a presentar más lunares, básicamente por genética, aunque también por factores medioambientales, influenciados por una mayor o menor exposición solar.
A su vez, las personas de piel clara y ojos claros, los pelirrojos, las personas que se queman con facilidad, los que tienen familiares con cáncer de piel o melanoma, y las personas que están mucho tiempo al sol suelen presentar más lunares. «Estas personas tienen que visitar al dermatólogo con frecuencia para revisar los lunares», aconsejan desde la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV).
En una entrevista con Infosalus, el catedrático de Dermatología de la Facultad de Medicina de Sevilla, y jefe del servicio de Dermatología del Hospital Vírgen del Rocío de la capital hispalense, el doctor Julián Conejo-Mir, resalta que todo el mundo tiene lunares, unos 40-50 de media. Igual al nacer señala que hay dos o tres, aunque sostiene que la mayoría de ellos aparecen antes de los 20 años, aunque a veces aparecen en fases tardías de la vida.
UN CRECIMIENTO ANÓMALO
Como el resto de partes del cuerpo, los lunares también envejecen y, con ello, se engrosan o se expanden en tamaño. ¿Cómo saber que su crecimiento no es anormal y maligno? LA AEDV indica en este sentido que cada lunar presenta un patrón de crecimiento diferente.
«Los lunares pueden mostrarse en cualquier punto de la superficie de la piel, solos o agrupados. Habitualmente se inician como una mancha o peca que, progresivamente, va aumentando de tamaño. Habitualmente son de color marrón y de diferente tamaño. El color marrón se debe a un pigmento de la piel que nos protege de la radiación solar llamado ‘melanina'», explica.
Es más, indica que, con el paso del tiempo a lo largo de años, se van haciendo mayores y cada vez de color mas pálido. «Esto se ve muy bien en los lunares de la cara», precisa.
«Hace años los lunares se quitaban todos, aunque no había base científica para ello. Ahora no es así, se envejecen y se ponen más grandes o engordan con ello. Mi lunar en 15 años crece, pero se trata de que crezca ordenadamente, de que lo hagan de forma acompasada todos los lunares del cuerpo. Esa irregularidad es el principio del cáncer», advierte por su parte Conejo-Mir.
CÓMO IDENTIFICARLOS
Así, precisa que, lo normal es que haya 30-45 lunares que serán absolutamente benignos toda la vida en la persona, y la probabilidad de que degeneren es una por cien mil. En ese caso crecerán de forma diferente al resto y cumplirán con los signos ‘A-B-C-D-E’: Asimetría, Bordes irregulares, Coloración heterogénea, Diámetro mayor a 6 mm (como la parte de detrás de un lápiz), y Elevación de parte de su superficie.
Otros cambios a tener en cuenta son el crecimiento excesivo en poco tiempo, el picor, el dolor o el sangrado, según la AEDV. La asimetría es cuando la mitad del nevus no coincide con la otra mitad; los bordes irregulares son bordes poco definidos, parecidos a los de un mapa; la coloración heterogénea se refiere a diferentes tonos de color, especialmente azul, negro o rojizo, y distribuidos de manera irregular. El Diámetro mayor a 6 milímetros se refiere a nevus mayores que la parte de detrás de un lápiz.
Otros signos de alarma no se ven, como por ejemplo, el rápido crecimiento, el picor, el dolor o el sangrado. «Aparte de estos datos es muy importante examinar los lunares que son muy diferentes de los demás. A estos que son distintos se les conoce como lunares con el signo del ‘patito feo’.
EL PAPEL DEL DERMATÓLOGO
Con todo ello, Conejo-Mir explica que en la mayor parte de los casos el examen clínico es suficiente para determinar cuáles son anómalos o malignos y cuáles no, muchas veces gracias a la ‘dermatoscopia’, un aparato de aumento óptico.
En la AEDV recuerdan que, en cualquier caso, el diagnóstico definitivo se realiza mediante la extirpación o biopsia y gracias al estudio al microscopio, «un procedimiento frecuente en Dermatología».
En este sentido, la mejor manera de evitar el cáncer de piel y que los lunares se malignizen es evitando la exposición solar excesiva y usando crema fotoprotectora con factor de protección solar superior a 15. Los lunares presentes desde el nacimiento, también llamados ‘nevus congénitos’, de tamaño superior a 10 centímetros, y los nevus clínicamente atípicos deben de ser revisados por un dermatólogo al menos una vez al año, o en caso de que presenten algún cambio clínico.
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