Los genes y el entorno influyen por igual en el aprendizaje de niños ricos y pobres, según un estudio

3 de abril de 2018

por Jeffrey Roth , The Conversation

Dos pequeños en un aula de jardín de infancia. Un nuevo estudio sugiere que la clase puede no afectar a su aprendizaje tanto como se creía. Crédito: mangpoor2004/.com

Hace más de 40 años, la psicóloga Sandra Scarr expuso una idea provocadora: que la influencia genética en las capacidades cognitivas de los niños está relacionada con los ingresos de su familia. Cuanto más rica es la familia, mayor es la influencia de los genes en el desarrollo del cerebro, decía la idea.

Scarr le dio la vuelta al debate naturaleza-crianza, proponiendo que el grado de importancia de la «naturaleza» varía según el entorno. Desde entonces, la investigación de Scarr ha sido debatida y estudiada a fondo por otros investigadores con resultados mixtos, incluyendo la reafirmación de otro psicólogo estadounidense, David Rowe, en 1999.

La línea de investigación ha llegado a denominarse la hipótesis Scarr-Rowe, según la cual el estatus socioeconómico de los padres modera las contribuciones genéticas a la variación de la inteligencia. La idea era que, para las personas de menor nivel socioeconómico, la inteligencia de una persona está más influenciada por su entorno que por la genética, lo que significa que el hecho de que un niño alcance todo su potencial depende de su posición económica.

Llevo 25 años estudiando la relación entre las condiciones de salud tempranas y el posterior rendimiento escolar y me fascina el papel que desempeñan la genética y el entorno en el rendimiento de los estudiantes.

Un grupo de nosotros se propuso volver a examinar la cuestión: ¿Son mayores las influencias genéticas en las capacidades cognitivas de los niños criados en entornos más favorecidos? Para obtener esa respuesta, colaboré con colegas de las universidades de Northwestern y Stanford.

Estudiar a los gemelos y a los hermanos ofrece una visión

Analizamos los registros de nacimiento y escolares de 24.000 gemelos y casi 275.000 hermanos nacidos en Florida entre 1994 y 2002. Al igual que los investigadores anteriores que examinaron las influencias genéticas y ambientales del desarrollo cognitivo, nos centramos en un conjunto muy amplio de gemelos y hermanos.

Los gemelos y hermanos de edades próximas nos permitieron desentrañar el papel de los genes y del entorno en el desarrollo de la capacidad cognitiva. No encontramos pruebas de que la clase social desempeñara un papel más importante en el rendimiento educativo de los niños pobres que de los ricos.

Si bien los estudiantes de los grupos con mayores ingresos obtuvieron mejores resultados que los de los grupos con menores ingresos, la influencia relativa de las diferencias genéticas y ambientales fue la misma en todos los grupos. Los resultados se publicaron recientemente en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Una compleja interacción gen-ambiente

¿Cuál es la importancia de nuestros hallazgos? Según David Figlio, decano de la Escuela de Educación en Política Social de Northwestern y autor principal del estudio, no confirmamos que los factores ambientales mitiguen los efectos de la genética en el desarrollo cognitivo. Las diferencias ambientales son tan importantes para los estudiantes de entornos acomodados como para los de entornos más pobres.

Investigaciones recientes han encontrado pruebas de una diferencia en la influencia genética sobre el rendimiento académico entre las familias ricas y pobres de Estados Unidos, en comparación con las familias de Australia o Europa Occidental.

Sin embargo, nuestra investigación no replicó los hallazgos de Estados Unidos, en parte porque nuestro gran conjunto de datos de Florida representaba un conjunto de familias muy diverso desde el punto de vista socioeconómico.

Nuestros hallazgos, sin embargo, no contradicen el patrón general de que el estatus socioeconómico de los padres está asociado con el desarrollo cognitivo de los niños. Entre las parejas de gemelos y hermanos de edad cercana, las puntuaciones estandarizadas en matemáticas y lectura aumentaron proporcionalmente junto con los años de educación de las madres más allá de la escuela secundaria.

En términos más generales, nuestros hallazgos sugieren que la confluencia de los genes y el entorno que dan forma a la capacidad cognitiva de un niño no es tan clara; es mucho más elusiva y compleja de lo que se entiende actualmente.

Jeremy Freese, profesor de sociología de la Universidad de Stanford y segundo autor de nuestro trabajo, señaló que poder decir que los genes importan más para un grupo que para otro es atractivo en parte por su simplicidad. Sospechamos que la verdad es más complicada: Algunos genes pueden ser más importantes en las familias más ricas, y otros genes pueden ser más importantes en las familias más pobres, por lo que no se puede hacer una caracterización general.

En un futuro próximo, se conocerá mejor la interacción entre la genética y el entorno. Con la llegada de información genética más específica, podremos trazar un mapa más preciso de la conexión gen-ambiente. Esta información mejorará la capacidad de los investigadores para predecir cómo los niños alcanzan su potencial intelectual.

Proporcionado por The Conversation

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lee el artículo original.

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