Jerry Rice

Jerry Rice nació el 13 de octubre de 1962 en Crawford, Mississippi, hijo de Joe Nathan y Eddie B. Rice. Su padre era albañil y, de niño, Jerry Rice ayudaba a transportar ladrillos y mortero cuando su padre tenía demasiado trabajo. Creció con cinco hermanos, con los que empezó a practicar deportes, y aprendió pronto el valor de jugar y divertirse, pero también sobre el trabajo duro, gracias a la insistencia de su padre en que lo diera todo.

Como muchos niños, cuando Rice se aburría, no era inmune a meterse en problemas. Esta afición por los problemas es lo que finalmente le llevó a una carrera en el fútbol profesional. Si no fuera por su intento de faltar a la escuela un día, quizá nunca conoceríamos el potencial de Jerry Rice. Él mismo declaró a Los Angeles Times que «nunca había tenido intención de jugar al fútbol» hasta que el vicedirector le pilló escapando de la escuela y luego, tras pillar a Jerry en una carrera a pie, le arrastró de vuelta al gimnasio. Como castigo por su intento de absentismo escolar, se ordenó a Rice que fuera a participar en los entrenamientos de fútbol. «Me obligó a ir al equipo», dijo Rice a Los Angeles Times, «y así fue como empecé a jugar».

Como estudiante de secundaria, Rice era un jugador versátil, que se movía por el campo y probaba casi todas las posiciones. Sin embargo, no fueron muchas las universidades que se interesaron por él cuando entró en su último año. Excepto Archie Cooley,

Jerry Rice

con Mississippi Valley State (MVS), una pequeña escuela de la NAIA en Itta Bena, Mississippi. Creyó ver algo en Rice, y no se decepcionaría.

Rice asistió a MVS y se especializó en tecnología automotriz. Durante su carrera universitaria atrapó la asombrosa cifra de cincuenta y un pases de touchdown, y en el transcurso de sus temporadas junior y senior promedió dos recepciones de touchdown por partido. En su mejor y última temporada, 1984, Rice consiguió unas estadísticas que rivalizarían con las de los profesionales. En su última temporada, recibió 112 pases y acumuló 1.845 yardas, de las cuales 28 fueron para touchdowns. Esto lo consiguió en sólo once partidos (el equipo de Rice promedió más de cincuenta y nueve puntos por partido ese año).

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