Cuando pensamos en la evolución general de los humanos, nos comparamos principalmente con nuestros antepasados chimpancés. Pero cuando se trata de la evolución específica del cerebro humano -que nos da los poderes del pensamiento, la lógica, la imaginación, la empatía y la moralidad- debemos compartir el espacio del cráneo con el antiguo equipo cerebral que hemos heredado de nuestros antepasados mamíferos y reptiles durante los últimos millones de años.
Debajo de nuestro equipo más nuevo hay estructuras impulsadas por instintos primitivos, impulsos inconscientes y miedos primordiales. El médico y neurocientífico estadounidense Paul MacLean fue el primero en llamar a esta estructura «cerebro triuno», basándose en el concepto de que los cerebros reptiliano, mamífero antiguo y humano moderno intentan coexistir y cooperar.
La estructura del cerebro triuno consta de tres partes:
- El cerebro reptiliano, en el núcleo, es responsable de la excitación, la homeostasis y la reproducción.
- El cerebro paleomamífero («antiguo mamífero») que lo rodea está implicado en el aprendizaje, la memoria y la emoción.
- El cerebro neomamífero («nuevo-mamífero»), necesario para el pensamiento consciente y la autoconciencia, se sitúa encima de los otros dos.
Estas partes del cerebro triuno se ajustan a grandes rasgos a la distinción común de tronco cerebral, sistema límbico y córtex.
MacLean sugirió que nuestro cerebro triuno no funciona necesariamente bien porque cada uno de los tres cerebros procesa la información de manera distintiva y tiene una agenda única. Por ejemplo, la función del cerebro reptiliano, que impulsa nuestros instintos y comportamientos, conserva buena parte del control ejecutivo sobre nuestras acciones, mientras que sólo una pequeña región del córtex es capaz de tomar conciencia y articular sus estrategias.
Esto significa que múltiples niveles del cerebro triuno a menudo compiten por el dominio simultáneamente y entran en conflicto entre sí, sin que seamos conscientes, una idea que es paralela a la concepción de Sigmund Freud de la relación entre el cerebro consciente e inconsciente.
El hecho de que gran parte del procesamiento neuronal se produzca fuera de la conciencia, y que las decisiones ejecutivas en múltiples niveles puedan oponerse entre sí, sienta las bases para un conflicto interno considerable. A estas capas evolutivas se añaden las complejidades de los dos hemisferios cerebrales, una variedad de redes verticales que integran las capas del cerebro y las variaciones de la organización cerebral resultantes del género, los caprichos del desarrollo y las influencias del entorno cultural.
En una visualización del cerebro triuno sugerida por el filósofo de la cultura y consultor de gestión británico Charles Hampden-Turner, el cerebro humano es un anacrónico menagerie, que enfrenta al psicoterapeuta con el desafío de tratar a un humano, un caballo y un cocodrilo, todos intentando habitar el mismo cuerpo.
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