- Demencia y deterioro cognitivo
- Diferenciar la demencia de otras afecciones
- Detección/diagnóstico de la demencia
- Tipos de demencia
- Trastornos frontotemporales
- Demencia del cuerpo de Lewy
- Contribuciones vasculares al deterioro cognitivo y a la demencia
- Otras enfermedades y afecciones neurodegenerativas
- Cuidado de las personas con demencia
Demencia y deterioro cognitivo
La demencia es el nombre de un grupo de síntomas causados por trastornos que afectan al cerebro. No es una enfermedad específica (MedlinePlus, 2017).
La demencia es la pérdida del funcionamiento cognitivo -la capacidad de pensar, recordar o razonar- hasta tal punto que interfiere en la vida y las actividades diarias de una persona. Estas funciones incluyen la memoria, las habilidades lingüísticas, la percepción visual, la resolución de problemas, la autogestión y la capacidad de concentración y atención.
Algunas personas con demencia no pueden controlar sus emociones y su personalidad puede cambiar. La demencia varía en gravedad desde la etapa más leve, cuando apenas comienza a afectar al funcionamiento de la persona, hasta la etapa más grave, cuando la persona debe depender completamente de otros para las actividades básicas de la vida diaria (AVD).
La edad es el principal factor de riesgo para desarrollar demencia. Por ello, el número de personas que viven con demencia podría duplicarse en los próximos 40 años, ya que el número de estadounidenses de 65 años o más aumenta de los 48 millones actuales a más de 88 millones en 2050. Independientemente de la forma de la demencia, las exigencias personales, económicas y sociales pueden ser devastadoras.
La demencia no es lo mismo que el deterioro cognitivo relacionado con la edad -cuando ciertas áreas del pensamiento, la memoria y el procesamiento de la información se ralentizan con la edad, pero la inteligencia permanece inalterada. A diferencia de la demencia, la pérdida de memoria relacionada con la edad no es incapacitante. Los olvidos ocasionales son normales en los adultos mayores. Aunque la demencia es más común con la edad avanzada (hasta la mitad de las personas de 85 años o más pueden tener alguna forma de demencia), no es una parte inevitable del envejecimiento. Muchas personas viven hasta los noventa años o más sin ningún signo de demencia.
La demencia no es lo mismo que el delirio, que suele ser una complicación a corto plazo de una afección médica y la mayoría de las veces puede tratarse con éxito. Los signos y síntomas de la demencia aparecen cuando las neuronas (células nerviosas) del cerebro, que antes estaban sanas, dejan de funcionar, pierden conexiones con otras células cerebrales y mueren. Aunque todo el mundo pierde algunas neuronas a medida que envejece, las personas con demencia experimentan una pérdida mucho mayor.
El deterioro cognitivo leve (DCL) es una etapa entre los cambios cognitivos normales que pueden producirse con la edad y los síntomas más graves que indican la demencia. Los síntomas del DCL pueden incluir problemas con el pensamiento, el juicio, la memoria y el lenguaje, pero la pérdida no interfiere de forma significativa con la capacidad de realizar las actividades cotidianas. Los síntomas del DCL incluyen una leve pérdida de memoria, dificultad para planificar u organizar, problemas para encontrar palabras, pérdida o extravío frecuente de objetos y olvido de nombres, conversaciones y acontecimientos.
Una persona con DCL puede tener un mayor riesgo de desarrollar eventualmente Alzheimer u otro tipo de demencia, especialmente si el grado de deterioro de la memoria es significativo, pero el DCL no siempre evoluciona hacia la demencia. Los síntomas pueden permanecer estables durante varios años, e incluso mejorar con el tiempo en algunas personas.
Los investigadores todavía están tratando de entender los procesos de la enfermedad subyacente involucrados en la demencia. Los científicos tienen algunas teorías sobre los mecanismos que pueden conducir a diferentes formas de demencia, pero se necesita más investigación para comprender mejor si estos mecanismos están implicados y cómo.
Diferenciar la demencia de otras afecciones
Los síntomas de una serie de afecciones médicas imitan los de la demencia y esto debe tenerse en cuenta al evaluar a una persona que experimenta cambios cognitivos. Los especialistas en gerontología hablan de las «tres D» -demencia, delirio y depresión- porque son los motivos más frecuentes de deterioro cognitivo en los adultos mayores. El delirio y la depresión pueden causar cambios cognitivos que pueden confundirse con la demencia, y los proveedores de atención médica y los cuidadores deben aprender a distinguir entre las tres afecciones.
Hay otras afecciones que pueden causar síntomas similares a los de la demencia; muchas de estas afecciones pueden detenerse y pueden ser reversibles con el tratamiento adecuado:
- La hidrocefalia de presión normal es una acumulación anormal de líquido cefalorraquídeo en el cerebro. Los ancianos que la padecen suelen tener problemas para caminar y controlar la vejiga antes de la aparición de la demencia. La hidrocefalia de presión normal puede tratarse o incluso revertirse implantando un sistema de derivación para desviar el líquido del cerebro.
- Las deficiencias nutricionales de vitamina B1 (tiamina), causadas por el alcoholismo crónico, y de vitamina B12, pueden revertirse con tratamiento. Las personas que han abusado de sustancias como el alcohol y las drogas recreativas a veces muestran signos de demencia incluso después de haber dejado de abusar de ellas.
- Los efectos secundarios de los medicamentos o las combinaciones de medicamentos pueden causar un deterioro cognitivo que parece una demencia degenerativa o vascular, pero que podría revertirse al dejar de tomar estos medicamentos.
- La vasculitis, una inflamación de los vasos sanguíneos del cerebro, puede causar demencia después de múltiples accidentes cerebrovasculares y puede tratarse con medicamentos inmunosupresores.
- El hematoma subdural, o la hemorragia entre la superficie del cerebro y su cubierta exterior (la duramadre), es frecuente después de una caída. Los hematomas subdurales pueden causar síntomas similares a la demencia y cambios en la función mental. Con tratamiento, algunos síntomas pueden revertirse.
- Algunos tumores cerebrales no malignos pueden causar síntomas parecidos a la demencia y la recuperación se produce tras su extirpación mediante neurocirugía.
- Algunas infecciones crónicas alrededor del cerebro, la llamada meningitis crónica, pueden causar demencia y pueden tratarse con fármacos que eliminan el agente infeccioso.
Detección/diagnóstico de la demencia
Para diagnosticar la demencia, los médicos evalúan primero si un individuo tiene una afección subyacente tratable, como una función tiroidea anormal, una deficiencia vitamínica o una hidrocefalia de presión normal que pueda estar relacionada con las dificultades cognitivas. La detección temprana de los síntomas es importante, ya que algunas causas pueden tratarse. En muchos casos, el tipo específico de demencia puede no confirmarse hasta que la persona haya muerto y se examine el cerebro. Una evaluación generalmente incluye:
- Historia clínica y examen físico. La evaluación de los antecedentes médicos y familiares de la persona, los síntomas y la medicación actuales y los signos vitales pueden ayudar al médico a detectar las afecciones que podrían causar o cursar con demencia. Algunas condiciones pueden ser tratables.
- Evaluaciones neurológicas. La evaluación del equilibrio, la respuesta sensorial, los reflejos y otras funciones ayuda al médico a identificar signos de afecciones que pueden afectar al diagnóstico o que son tratables con fármacos. Los médicos también pueden utilizar un electroencefalograma, una prueba que registra patrones de actividad eléctrica en el cerebro, para comprobar si existe una actividad eléctrica cerebral anormal.
- Exploraciones cerebrales. La tomografía computarizada (TC) y la resonancia magnética (RM) pueden detectar anomalías estructurales y descartar otras causas de demencia. La tomografía por emisión de positrones (PET) puede buscar patrones de actividad cerebral alterada que son comunes en la demencia. Los recientes avances en la PET pueden detectar las placas amiloides y los ovillos de tau en la EA.
- Pruebas cognitivas y neuropsicológicas. Estas pruebas se utilizan para evaluar la memoria, las habilidades lingüísticas, las habilidades matemáticas, la resolución de problemas y otras capacidades relacionadas con el funcionamiento mental.
- Pruebas de laboratorio. Los análisis de sangre y otros fluidos de una persona, así como la comprobación de los niveles de varias sustancias químicas, hormonas y niveles de vitaminas, pueden identificar o descartar condiciones que pueden contribuir a la demencia.
- Pruebas presintomáticas. Las pruebas genéticas pueden ayudar a algunas personas que tienen un fuerte historial familiar de demencia a identificar el riesgo de una demencia con un defecto genético conocido.
- Evaluación psiquiátrica. Esta evaluación ayudará a determinar si la depresión u otra condición de salud mental está causando o contribuyendo a los síntomas de una persona.
Tipos de demencia
Varios trastornos y factores contribuyen a la demencia, resultando en una pérdida progresiva e irreversible de neuronas y funciones cerebrales. Actualmente, no hay cura para estos trastornos neurodegenerativos.
Cómo cambia el cerebro el Alzheimer
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La enfermedad de Alzheimer (EA) es la causa más común de demencia en los adultos mayores. Hasta 5 millones de estadounidenses de 65 años o más pueden padecer la enfermedad. En la mayoría de las enfermedades neurodegenerativas, ciertas proteínas se agrupan de forma anormal y se cree que dañan las neuronas sanas, haciendo que dejen de funcionar y mueran. En el Alzheimer, los fragmentos de una proteína llamada amiloide forman grupos anormales denominados placas entre las células cerebrales, y una proteína llamada tau forma ovillos en el interior de las células nerviosas.
Parece probable que el daño al cerebro comience una década o más antes de que aparezcan los problemas de memoria y otros problemas cognitivos. El daño suele aparecer inicialmente en el hipocampo, la parte del cerebro esencial para la formación de recuerdos. Al final, las placas y los ovillos anormales se extienden por todo el cerebro y el tejido cerebral se reduce considerablemente.
A medida que la enfermedad de Alzheimer avanza, las personas experimentan una mayor pérdida de memoria y otras dificultades cognitivas. Los problemas pueden incluir la deambulación y el extravío, la dificultad para manejar el dinero y pagar las facturas, la repetición de preguntas, la tardanza en realizar las tareas cotidianas normales y los cambios de personalidad y comportamiento.
Las personas suelen ser diagnosticadas en esta etapa. La pérdida de memoria y la confusión empeoran, y las personas empiezan a tener problemas para reconocer a sus familiares y amigos. Pueden ser incapaces de aprender cosas nuevas, llevar a cabo tareas de varios pasos, como vestirse, o enfrentarse a situaciones nuevas. Además, las personas en esta etapa pueden experimentar alucinaciones, delirios y paranoia y pueden comportarse de forma impulsiva.
Las personas con Alzheimer grave no pueden comunicarse y dependen completamente de otros para su cuidado. Cerca del final, la persona puede estar en cama la mayor parte del tiempo o todo el tiempo, ya que las funciones del cuerpo se apagan. Ciertos fármacos pueden ralentizar temporalmente el empeoramiento de algunos síntomas del Alzheimer, pero en la actualidad no existen tratamientos que detengan la progresión de la enfermedad.
Los investigadores no han encontrado un único gen que sea el único responsable de la enfermedad de Alzheimer; más bien, es probable que haya múltiples genes implicados.
Hoy en día, 5,8 millones de estadounidenses padecen la enfermedad de Alzheimer (5,2 millones tienen más de 65 años) y aproximadamente dos tercios de ellos son mujeres. En 2050, hasta 14 millones de personas tendrán EA. En 2019, el Alzheimer y otras demencias costarán a la nación 290.000 millones de dólares, de los que Medicare y Medicaid pagarán el 67%. Los afroamericanos mayores tienen el doble de probabilidades que los blancos mayores de padecer Alzheimer u otras demencias (Alzheimer’s Association, 2019).
Trastornos frontotemporales
Los trastornos frontotemporales (TF) son formas de demencia causadas por una familia de enfermedades cerebrales neurodegenerativas denominadas colectivamente degeneración lobar frontotemporal. Afectan principalmente a los lóbulos frontales y temporales del cerebro, en lugar de la contracción y desgaste generalizados (atrofia) del tejido cerebral que se observa en la enfermedad de Alzheimer. En estos trastornos, los cambios en las células nerviosas de los lóbulos frontales del cerebro afectan a la capacidad de razonar y tomar decisiones, priorizar y realizar varias tareas, actuar adecuadamente y controlar el movimiento.
Los cambios en los lóbulos temporales afectan a la memoria y a la forma en que las personas entienden las palabras, reconocen los objetos y reconocen y responden a las emociones. Algunas personas sufren un rápido deterioro a lo largo de 2 o 3 años, mientras que otras muestran sólo cambios mínimos durante muchos años. Las personas pueden vivir con trastornos frontotemporales de 2 a 10 años, a veces más, pero es difícil predecir el curso temporal de un individuo afectado. Los signos y síntomas pueden variar mucho entre los individuos, ya que se ven afectadas diferentes partes del cerebro. Actualmente no existe ningún tratamiento que pueda curar o revertir los trastornos frontotemporales.
Demencia del cuerpo de Lewy
La demencia del cuerpo de Lewy (DCC) es una de las causas más comunes de demencia después de la enfermedad de Alzheimer y la enfermedad vascular. Suele comenzar después de los 50 años, pero puede aparecer antes. Consiste en depósitos anormales de proteínas denominados cuerpos de Lewy, que son estructuras en forma de globo que se forman dentro de las células nerviosas. La acumulación anormal de la proteína alfa-sinucleína y otras proteínas hace que las neuronas funcionen con menos eficacia y mueran. Los síntomas iniciales pueden variar, pero con el tiempo las personas con estos trastornos desarrollan síntomas cognitivos, conductuales, físicos y relacionados con el sueño similares.
La demencia por cuerpos de Lewy incluye dos afecciones relacionadas: la demencia con cuerpos de Lewy (DCL) y la demencia por enfermedad de Parkinson (DPE). En la demencia con cuerpos de Lewy, los síntomas cognitivos se manifiestan un año después de los síntomas de movimiento denominados parkinsonismo (que incluyen temblor, dificultad para caminar y adoptar una postura, y rigidez muscular). En la demencia de la enfermedad de Parkinson, los síntomas cognitivos se desarrollan más de un año después de que comiencen los problemas de movimiento.
Contribuciones vasculares al deterioro cognitivo y a la demencia
Las contribuciones vasculares al deterioro cognitivo y a la demencia (VCID) provocan cambios significativos en la memoria, el pensamiento y el comportamiento. La cognición y la función cerebral pueden verse significativamente afectadas por el tamaño, la localización y el número de lesiones cerebrales.
La demencia vascular y el deterioro cognitivo vascular surgen como resultado de factores de riesgo que aumentan de forma similar el riesgo de enfermedad cerebrovascular (ictus), incluyendo la fibrilación auricular, la hipertensión, la diabetes y el colesterol alto. Los síntomas de la DCV pueden comenzar de forma repentina y progresar o remitir a lo largo de la vida. La IDCV puede aparecer junto con la enfermedad de Alzheimer.
Las personas con IDCV casi siempre presentan anomalías en el cerebro en las exploraciones por resonancia magnética (RM). Éstas incluyen evidencias de accidentes cerebrovasculares previos, a menudo pequeños y asintomáticos, así como cambios difusos en la «materia blanca» del cerebro, los «cables» de conexión del cerebro que son fundamentales para la transmisión de mensajes entre las regiones cerebrales. El examen microscópico del cerebro muestra el engrosamiento de las paredes de los vasos sanguíneos, denominado arteriosclerosis, y el adelgazamiento o la pérdida de componentes de la materia blanca.
Otras enfermedades y afecciones neurodegenerativas
Los médicos han identificado muchas otras afecciones que pueden causar demencia o síntomas similares a la demencia. Las enfermedades tienen diferentes síntomas que implican funciones corporales y cerebrales, y afectan a la salud mental y a la cognición.
La enfermedad del grano egipcio es una enfermedad degenerativa común de inicio tardío que afecta a las regiones cerebrales implicadas en la memoria y la emoción. Provoca un deterioro cognitivo y cambios en la memoria y el comportamiento, con dificultad para encontrar palabras. Los signos y síntomas de la enfermedad son indistinguibles de los de la EA de inicio tardío. El diagnóstico sólo puede confirmarse en la autopsia.
La enfermedad de Creutzfeldt-Jakob es un raro trastorno cerebral que se caracteriza por una demencia de rápida evolución. Los científicos descubrieron que las proteínas infecciosas llamadas priones se pliegan mal y tienden a aglutinarse, causando el daño cerebral. Los síntomas iniciales son el deterioro de la memoria, el juicio y el pensamiento, junto con la pérdida de coordinación muscular y el deterioro de la visión. Algunos síntomas de la ECJ pueden ser similares a los de otros trastornos neurológicos progresivos, como la enfermedad de Alzheimer.
La encefalopatía traumática crónica (ETC) está causada por lesiones cerebrales traumáticas (TBI) repetidas en algunas personas que han sufrido múltiples conmociones cerebrales. Las personas con ETC pueden desarrollar demencia, mala coordinación, dificultad para hablar y otros síntomas similares a los observados en la enfermedad de Parkinson 20 años o más después de la lesión. La etapa tardía de la ETC también se caracteriza por la atrofia cerebral y los depósitos generalizados de tau en las células nerviosas. En algunas personas, incluso sólo 5 o 10 años después de la lesión cerebral traumática, pueden producirse cambios en el comportamiento y el estado de ánimo. Puede que la demencia aún no esté presente y que el cerebro no haya empezado a encogerse, pero en la autopsia se observan pequeños depósitos de tau en regiones cerebrales específicas.
La enfermedad de Huntington es una enfermedad cerebral hereditaria y progresiva que afecta al juicio, la memoria, la capacidad de planificar y organizar y otras funciones cognitivas de una persona. Los síntomas suelen comenzar alrededor de los 30 ó 40 años e incluyen movimientos anormales e incontrolables denominados corea, así como problemas para caminar y falta de coordinación. Los problemas cognitivos empeoran a medida que avanza la enfermedad, y los problemas de control de los movimientos conducen a la pérdida total de la capacidad de autocuidado.
La demencia asociada al VIH (DHA) puede darse en personas que tienen el virus de la inmunodeficiencia humana, el virus que causa el SIDA. La DAV daña la materia blanca del cerebro y provoca un tipo de demencia asociada a problemas de memoria, retraimiento social y problemas de concentración. Las personas con DAV pueden desarrollar también problemas de movimiento. La incidencia de la DAH ha disminuido drásticamente con la disponibilidad de terapias antivirales eficaces para controlar las infecciones subyacentes del VIH.
Las demencias secundarias se producen en personas con trastornos que dañan el tejido cerebral. Estos trastornos pueden incluir la esclerosis múltiple, la meningitis y la encefalitis, así como la enfermedad de Wilson (en la que se acumulan cantidades excesivas de cobre que causan daños cerebrales). Las personas con tumores cerebrales malignos pueden desarrollar demencia o síntomas similares a los de la demencia debido a los daños en los circuitos cerebrales o a la acumulación de presión en el interior del cráneo.
Cuidado de las personas con demencia
Las personas con demencia moderada o avanzada suelen necesitar cuidados y supervisión las 24 horas del día y también pueden necesitar ayuda con las AVD, como comer, bañarse y vestirse. Satisfacer estas necesidades requiere paciencia, comprensión y una cuidadosa reflexión por parte de los cuidadores de la persona.
Comunicarse con una persona con demencia es una habilidad aprendida. Los elementos importantes incluyen:
- Establecer un estado de ánimo positivo
- Conseguir la atención de la persona
- Expresar su mensaje con claridad
- Hacer preguntas sencillas con respuesta
- Escuchar con los oídos, los ojos, y el corazón
- Dividir las actividades en pasos
- Utilizar la distracción y la redirección para tratar el malestar y la agitación
- Responder con afecto y tranquilidad
- Recordar el pasado como técnica tranquilizadora
- Mantener el sentido del humor
Cuidar de una persona con demencia es una tarea desafiante que lo es aún más cuando se la cuida. Los recursos impresos, online y presenciales pueden ayudar a los cuidadores:
- Modificar el entorno para hacerlo más seguro y ayudar a evitar que la persona con demencia deambule
- Entender los comportamientos frustrantes y cómo trabajar con la persona
- Tratar las cuestiones personales de aseo-baño, aseo, y vestirse
- Manejar la dieta y la nutrición
- Proporcionar actividades y ejercicio
- Tratar la agitación, la paranoia y otros comportamientos difíciles (FCA, 2016)
El 83% de la ayuda prestada a los adultos mayores en los Estados Unidos es proporcionada por familiares, amigos y otros cuidadores no remunerados. Casi la mitad de todos los cuidadores cuidan a alguien con Alzheimer u otra demencia, lo que en muchos casos supone un mayor desgaste emocional, económico y físico para los cuidadores que el cuidado de alguien sin demencia (Alzheimer’s Association, 2019).
A menudo los cuidadores familiares pasan por alto la necesidad de cuidarse a sí mismos (FCA, 2016).