Hamilton, que fue una de las primeras mujeres en incorporarse al mundo del desarrollo de software, fue una pionera moderna. Incluso se le atribuye la acuñación del término ingeniería de software. Por sus contribuciones al campo, Hamilton recibió el Premio Augusta Ada Lovelace de la Asociación de Mujeres en la Computación en 1986, el Premio a la Ley Espacial Excepcional de la NASA en 2003 y la Medalla Presidencial de la Libertad (el más alto honor civil de Estados Unidos) en 2016.
En 2014, Hamilton fue entrevistada por El País sobre la atención que ha recibido por la circulación de su foto en línea. Explicó:
«El software durante los primeros días de este proyecto era tratado como un hijastro y no se tomaba tan en serio como otras disciplinas de la ingeniería, como la ingeniería de hardware; y se consideraba un arte y una magia, no una ciencia. Yo siempre había creído que en su creación intervenían tanto el arte como la ciencia, pero en aquella época la mayoría pensaba lo contrario. Sabiendo esto, luché por legitimar el software para que se le diera el debido respeto (y a los que lo construyen) y así empecé a utilizar el término «ingeniería del software» para distinguirlo del hardware y de otros tipos de ingeniería; sin embargo, tratar cada tipo de ingeniería como parte del proceso general de ingeniería de sistemas. Cuando empecé a utilizar esta frase, se consideró bastante divertida. Fue una broma continua durante mucho tiempo. Les gustaba bromear con mis ideas radicales. Con el tiempo, y necesariamente, el software se ganó el mismo respeto que cualquier otra disciplina».
Hamilton también escribió que la misión Apolo 11 tuvo los «momentos más emocionantes y memorables del proyecto Apolo», pero que el Apolo 8 le siguió de cerca.
Esta historia ha sido actualizada para 2019.