Sin embargo, otras investigaciones sugieren que a mucha gente le importa un bledo cómo te llames. En un estudio publicado en la revista Gender Issues en 2017, la socióloga Emily Fitzgibbons Shafer, de la Universidad Estatal de Portland, descubrió que la elección del apellido de una mujer tenía poco efecto en la forma en que su condición de esposa era percibida por otras mujeres y por los hombres de alto nivel educativo en Estados Unidos.
Aunque las actitudes están cambiando gradualmente y muchas mujeres conservan ahora sus propios apellidos después de casarse, la convención del cambio de nombre sigue muy arraigada en el Reino Unido. Según una investigación realizada por YouGov en 2016, casi el 60% de las mujeres dicen que preferirían tomar el nombre de su marido antes que mantener el suyo propio. Un porcentaje ligeramente mayor de hombres (61%) quería que sus esposas tomaran sus nombres.
Interesantemente, las diferentes generaciones no parecían tener actitudes significativamente diferentes ante esta cuestión. Un 59% de las mujeres de entre 18 y 29 años dijeron que querían tomar el apellido de su marido, en comparación con el 61% de las mujeres de más de 60 años. Sólo el 2% de las mujeres de entre 18 y 29 años dijeron que querían que su pareja adoptara su apellido, mientras que ésta era la opción preferida por el 4% de las mujeres de entre 30 y 44 años.
En definitiva, hay muchas razones diferentes por las que las mujeres -y los hombres- pueden decidir mantener o cambiar sus apellidos al casarse. Si estás decidiendo si cambias o no tu nombre, recuerda que no importa lo que los demás piensen de ti, de tu pareja o del equilibrio de poder en tu relación: lo que importa es lo que te parezca bien a ti.
Este artículo fue publicado originalmente el 11 de diciembre de 2017 y ha sido actualizado en su totalidad.