De un vistazo
- Los investigadores descubrieron que comer demasiado o muy poco de ciertos alimentos y nutrientes puede aumentar el riesgo de morir de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2.
- Estos resultados sugieren formas de cambiar los hábitos alimentarios que pueden ayudar a mejorar la salud.
Tener demasiado azúcar, sal o grasa en la dieta puede aumentar el riesgo de padecer ciertas enfermedades. Una alimentación sana puede reducir el riesgo de padecer enfermedades cardíacas, derrames cerebrales, diabetes y otros problemas de salud. Un plan de alimentación saludable hace hincapié en las verduras, las frutas, los cereales integrales y los productos lácteos sin grasa o con poca grasa; incluye carnes magras, aves de corral, pescado, legumbres, huevos y frutos secos; y limita las grasas saturadas y trans, el sodio y los azúcares añadidos.
Las principales enfermedades cardiometabólicas -enfermedades del corazón, derrames cerebrales y diabetes de tipo 2- suponen una importante carga sanitaria y económica para la sociedad. Para comprender mejor cómo afectan los distintos componentes de la dieta al riesgo de morir por estas enfermedades, un equipo de investigación dirigido por el Dr. Dariush Mozaffarian, de la Universidad de Tufts, analizó los datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (NHANES) de los CDC y los datos nacionales de mortalidad por enfermedades específicas. El estudio fue apoyado en parte por el Instituto Nacional del Corazón, los Pulmones y la Sangre (NHLBI) de los NIH. Los resultados aparecieron el 7 de marzo de 2017 en la revista Journal of the American Medical Association.
Los investigadores investigaron las relaciones de 10 alimentos y nutrientes diferentes con las muertes relacionadas con las enfermedades cardíacas, los accidentes cerebrovasculares y la diabetes tipo 2. También compararon los datos sobre la edad, el sexo, la etnia y la educación de los participantes. Descubrieron que casi la mitad de todas las muertes ocurridas en Estados Unidos en 2012 a causa de enfermedades cardiometabólicas estaban relacionadas con hábitos alimentarios subóptimos. De las 702.308 muertes de adultos debidas a enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y diabetes de tipo 2, 318.656 (45%) se asociaron a un consumo inadecuado de ciertos alimentos y nutrientes ampliamente considerados vitales para una vida sana, y a un consumo excesivo de otros alimentos que no lo son.
El mayor porcentaje de muertes relacionadas con enfermedades cardiometabólicas (9,5%) estuvo relacionado con el consumo excesivo de sodio. No comer suficientes frutos secos y semillas (8,5%), grasas omega-3 del marisco (7,8%), verduras (7,6%), frutas (7,5%), cereales integrales (5,9%) o grasas poliinsaturadas (2,3%) también aumentó el riesgo de muerte en comparación con las personas que tenían un consumo óptimo de estos alimentos/nutrientes. Comer demasiada carne procesada (8,2%), bebidas azucaradas (7,4%) y carne roja no procesada (0,4%) también aumentó el riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y muertes relacionadas con la diabetes de tipo 2.
El estudio mostró que la proporción de muertes asociadas a una dieta subóptima variaba según los grupos demográficos. Por ejemplo, la proporción era mayor entre los hombres que entre las mujeres; entre los negros y los hispanos en comparación con los blancos; y entre los que tenían un nivel educativo más bajo.
«Este estudio establece el número de muertes cardiometabólicas que pueden relacionarse con los hábitos alimentarios de los estadounidenses, y la cifra es grande», explica el doctor David Goff, director de la División de Ciencias Cardiovasculares del NHLBI. «En segundo lugar, muestra cómo las recientes reducciones de esas muertes se relacionan con las mejoras en la dieta, y esta relación es fuerte. Queda mucho trabajo por hacer en la prevención de las enfermedades cardíacas, pero también sabemos que unos mejores hábitos dietéticos pueden mejorar nuestra salud rápidamente, y podemos actuar sobre la base de ese conocimiento realizando y aprovechando pequeños cambios que se van sumando con el tiempo.»
Estos hallazgos se basan en promedios de toda la población y no son específicos del riesgo individual de ninguna persona. Hay muchos otros factores que contribuyen al riesgo personal de enfermedad, como los factores genéticos y los niveles de actividad física. Las personas deben consultar a un profesional de la salud sobre sus necesidades dietéticas particulares.
Tianna Hicklin, Ph.D.