A menudo, al revisar recursos, programas o evaluaciones, podemos encontrarnos con términos como «basado en la evidencia» o «basado en la investigación.» Cada uno de estos términos nos dice algo sobre los recursos que describen y la evidencia que los apoya. Entender el significado de cada término puede ayudarnos a tomar decisiones informadas cuando seleccionamos e implementamos recursos.
Entonces, ¿qué significan exactamente estos términos?
Típicamente, los términos Prácticas Basadas en la Evidencia o Programas Basados en la Evidencia se refieren a prácticas individuales (por ejemplo, lecciones individuales o actividades en el aula) o programas (por ejemplo, planes de estudio de un año de duración) que se consideran efectivos basados en la evidencia científica. Para considerar que un programa o práctica está «basado en la evidencia», los investigadores suelen estudiar el impacto de los recursos en un entorno controlado; por ejemplo, pueden estudiar las diferencias en el crecimiento de las habilidades entre los estudiantes cuyos educadores utilizaron los recursos y los estudiantes cuyos educadores no lo hicieron. Si una investigación suficiente sugiere que el programa o la práctica son eficaces, pueden considerarse «basados en la evidencia».
Las prácticas informadas por la evidencia (o basadas en la investigación) son prácticas que se desarrollaron sobre la base de la mejor investigación disponible en el campo. Esto significa que los usuarios pueden sentirse seguros de que las estrategias y actividades incluidas en el programa o práctica tienen una sólida base científica para su uso. A diferencia de las Prácticas o Programas Basados en la Evidencia, las Prácticas Basadas en la Investigación no han sido investigadas en un entorno controlado.
¿Y la evaluación?
Términos como «basado en la evidencia» y «basado en la investigación» se utilizan a menudo para describir las actividades de intervención, como estrategias o planes de estudio diseñados para desarrollar habilidades en áreas específicas. Pero el proceso de medición de habilidades con herramientas de evaluación también puede estar basado en la evidencia. Un proceso de evaluación puede considerarse una evaluación basada en la evidencia si:
- La elección de las habilidades que se medirán mediante la evaluación se basó en la investigación;
- El método de evaluación y las herramientas de medición utilizadas se basan en la investigación científica y la teoría y cumplen con las normas pertinentes para sus usos previstos; y
- La forma en que se implementa e interpreta la evaluación está respaldada por la investigación.
El uso de la evaluación basada en la evidencia para guiar o evaluar una intervención nos da la confianza de que el proceso es adecuado para nuestro propósito, se basa en la teoría científica y será eficaz para nuestros estudiantes.
¿Qué estándares existen para las evaluaciones educativas?
El proceso de la evaluación basada en la evidencia implica el uso de una herramienta de medición que «cumple con los estándares relevantes para sus usos previstos». ¿Cuáles son los estándares relevantes, y cómo podemos saber si una herramienta los cumple?
Algunos estándares fundamentales para las evaluaciones educativas, recopilados por expertos en los campos de la educación, la psicología y la evaluación, incluyen:
- Validez para un uso previsto: la herramienta debe haber sido investigada para determinar que es válida, o apropiada, para las decisiones que podemos tomar basándonos en sus resultados. Al igual que no utilizaríamos un cuestionario de matemáticas para informar si un estudiante necesita práctica adicional con la comprensión de la lectura, no deberíamos utilizar una evaluación para fines ajenos a los que la investigación ha considerado «válidos».
- Fiabilidad: la herramienta debería haber sido investigada para asegurar que cumple con las expectativas de fiabilidad, o consistencia. Por ejemplo, los investigadores podrían explorar si la herramienta produce resultados similares si se completa dos veces en un corto período de tiempo. La fiabilidad puede ser explorada a través de una variedad de métodos, dependiendo de la herramienta de medición.
- Equidad: la herramienta debe haber sido investigada para explorar cuán justa, o imparcial, es entre los diferentes subgrupos de estudiantes, como los subgrupos basados en la raza, el origen étnico o cultural. El uso de una herramienta de medición sesgada puede conducir a una toma de decisiones sesgada y amenazar nuestra capacidad de proporcionar servicios equitativos.
Los estándares específicos dentro de cada uno de estos dominios, y otros, se compilan en el manual, «Standards for Educational and Psychological Testing» (2014), escrito por la Asociación Americana de Investigación Educativa, la Asociación Americana de Psicología y el Consejo Nacional de Medición en Educación. Este manual puede ser un compañero útil cuando se revisa la evidencia específica detrás de las herramientas de medición.
En Conclusión
Términos como «basado en la evidencia» o «basado en la investigación» son indicadores útiles del tipo de evidencia detrás de los programas, prácticas o evaluaciones – sin embargo, sólo pueden decirnos mucho sobre la investigación específica detrás de cada herramienta. Para situaciones en las que sería beneficioso disponer de más información sobre la base de la evidencia de un recurso, puede ser útil solicitar resúmenes o artículos de investigación al editor del recurso para una mayor revisión.
Lectura adicional
- Portal de información sobre bienestar infantil. Evidence-Based Practice Definitions and Glossary.
- Hunsley, J., & Mash, E. J. (2007). Evaluación basada en la evidencia. Rev. Clin. Psychol. 3, 29-51.
- Comité Conjunto de los Estándares para Pruebas Educativas y Psicológicas de la Asociación Americana de Investigación Educativa, la Asociación Americana de Psicología y el Consejo Nacional de Medición en Educación (2014). Standards for Educational and Psychological Testing. The American Educational Research Association, the American Psychological Association, and the National Council on Measurement in Education.
- S. Departamento de Educación (2016). Using Evidence to Strengthen Education Investments.