Bajar la presión arterial diastólica elevada disminuirá la posibilidad de desarrollar una presión arterial sistólica elevada

Bajar la presión arterial diastólica elevada disminuirá la posibilidad de desarrollar una presión arterial sistólica elevada

El 2 de abril de 2010

Querida Clínica Mayo:

Tengo una presión arterial sistólica normal, pero mi diastólica oscila entre 82 y 96 durante la jornada laboral y baja a la normalidad por la noche o cuando no hay estrés. ¿Debo preocuparme o es normal?

Respuesta:

Si no tiene otros problemas de salud que aumenten el riesgo de problemas cardiovasculares, la situación que describe -hipertensión diastólica aislada- no es peligrosa por ahora. Pero tampoco es normal. Las personas con una presión arterial diastólica elevada suelen desarrollar con el tiempo una presión arterial sistólica elevada. Puede ayudar a prevenirlo tomando medidas para reducir su presión arterial diastólica a un nivel normal.

Una lectura de la presión arterial, dada en milímetros de mercurio (mm Hg), tiene dos números. El primer número, o superior, mide la presión en las arterias cuando el corazón late (presión sistólica). El segundo, o inferior, mide la presión en las arterias entre latidos (presión diastólica). La presión arterial normal es inferior a 120/80 mm Hg.

La investigación sobre la presión arterial diastólica ha evolucionado considerablemente en las últimas décadas. Durante las décadas de 1970 y 1980, muchos investigadores y médicos creían que la lectura diastólica era la más importante de las dos mediciones de la presión arterial. Ahora sabemos que ambas son igual de importantes.

Las elevaciones mínimas de la presión arterial diastólica (menos de 95 mm Hg) por sí solas no suponen un riesgo significativo inmediato para la salud. Pero eso es en el supuesto de que usted goce de buena salud por lo demás y no tenga ningún factor adicional que le ponga en riesgo de sufrir problemas cardiovasculares. Entre estos factores se encuentran la diabetes, las enfermedades renales, la obesidad, el tabaquismo, el endurecimiento de las arterias (aterosclerosis) o los antecedentes de enfermedades cardíacas o ataques al corazón.

Si no tiene ningún factor de riesgo adicional, todo lo que necesita en este momento es controlar regularmente su presión arterial y realizar cambios en su estilo de vida para reducir su presión arterial diastólica. Es importante tomar medidas para reducir la presión arterial a un nivel normal, ya que una presión diastólica elevada supone un riesgo superior a la media de desarrollar una presión arterial sistólica elevada a medida que se envejece. Entre los cambios que pueden marcar la diferencia se encuentran llevar una dieta baja en sal, evitar el alcohol, hacer ejercicio con regularidad, no fumar y mantener un peso saludable.

Si tiene otros factores de riesgo cardiovascular, cualquier elevación de la presión arterial diastólica -aunque sea pequeña- aumenta significativamente el riesgo de sufrir problemas cardiovasculares. Si ese es su caso, le recomiendo encarecidamente que trabaje con su médico para crear un plan de tratamiento integral que aborde todos sus factores de riesgo, incluida la hipertensión arterial.

El control eficaz de la hipertensión arterial es importante porque si no se trata puede tener consecuencias graves a largo plazo. La hipertensión arterial daña el revestimiento de los vasos sanguíneos y acelera el endurecimiento de las arterias de todo el cuerpo. Esto, a su vez, puede provocar diversos problemas de salud, como enfermedades cerebrovasculares, infartos y enfermedades vasculares periféricas, entre otras. Estas son las complicaciones relacionadas con el colesterol en las que la gente suele pensar cuando considera los problemas de salud asociados a la hipertensión arterial.

Pero hay otra forma en que la hipertensión arterial es igualmente peligrosa. El constante golpeteo de la presión arterial alta sobre los vasos sanguíneos también puede provocar graves problemas de salud, como el tipo de accidente cerebrovascular en el que se produce una hemorragia en la zona situada entre el cerebro y los tejidos que lo recubren (hemorragia subaracnoidea), la insuficiencia cardíaca congestiva, la insuficiencia renal y el aneurisma aórtico abdominal.

Además, cada vez hay más pruebas que sugieren una correlación entre la presión arterial alta y la demencia. La investigación ha demostrado que el tratamiento exitoso de la presión arterial alta se asocia con un menor riesgo de demencia y enfermedad de Alzheimer. Por lo tanto, para proteger el cerebro, trate la presión arterial alta.

Para abordar eficazmente su situación, le animo a que concierte una cita con su médico para que evalúe su elevada presión arterial diastólica y, basándose en su historial de salud y otros problemas médicos, desarrolle un plan para controlarla adecuadamente.

John Graves, M.D., Nefrología e Hipertensión, Clínica Mayo, Rochester, Minn.

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